lunes, 31 de diciembre de 2012

LA ANARQUISTA: Contento de ser estafado de nuevo


David Mamet casi siempre obedece a un mismo esquema. Al final de sus obras un engaño mantenido a lo largo de la misma se desvela, da la vuelta a la trama y esta adquiere una resonancia distinta. Un pequeño seísmo recorre el escenario y lo que hay de decorado en los personajes cae. Cuando fui a ver su última propuesta, 'La anarquista' (estrenada en Madrid al mismo tiempo que en Broadway -allí con Debra Winger- y con fría acogida en ambos lados del Atlántico) en la Sala Pequeña del Teatro Español, lo que no me esperaba era que el engaño comenzara en el programa de mano.




 El adaptador y director de la función, José Pascual, habla de la trama: una mujer condenada por terrorismo mantiene una entrevista con la funcionaria de prisiones de la cual depende su excarcelación. Pascual acude a tópicos que levantan poca o ninguna expectativa: la mujer encarcelada tiene libertad interior y la funcionaria, aparentemente libre, está presa en los convencionalismos. Pero nada prepara para lo que la obra, en realidad, contiene: un demoledor alegato antiterrorista (no la simple y sentida condena de rigor, sino algo que va mucho, mucho más allá) cuyo perturbador desenlace no puedo desvelar.

He leído buenas críticas, muy merecidas, a la labor de las actrices Magüi Mira y Ana Wagener. He leído, también, críticas contra Mamet que no se merece. Su reciente conservadurismo -que convierte a Clint Eastwood en una nena quejumbrosa- ha hecho que el norteamericano haya perdido simpatías entre un público y una crítica teatral de general sentir progresista. Pero acusarle de haber perdido habilidad y contundencia roza lo absurdo.

 El puñetazo que supone 'La Anarquista' causa un hematoma en zonas del cerebro y de la conciencia que ya no recordábamos que existieran. Estamos en un país donde los terroristas han triunfado en no poca medida (no creo yo que esta obra pueda verse en el País Vasco). La crisis está originando un caldo de cultivo para nuevos anarquistas en pos de un camino sangriento. Hace más de 20 años, Mamet habló de la crisis inmobiliaria en 'Glengarry Glen Rose'. Que se le discuta o se le pierda simpatía, bien. Pero que nadie dude de la pertinencia de su último texto. Obra mayor para salas pequeñas.



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