lunes, 31 de octubre de 2011

Verdon adivina una reflexión que yo pensaba

Al final, me decidí por ceder a la archivendida novela de misterio de John Verdon Sé lo que estás pensando. En los éxitos de ventas, la edición de bolsillo es atractiva porque no hace mucho daño al idem si el libro resulta ilegible. Pero su lectura terminó siendo adictiva y su éxito, comprensible. Aunque la prosa de este autor es funcional, tiene su arte el orden, la pulcritud y la veteranía de la experiencia (Verdon ronda los 70 años: un curioso debut).

A favor: resucitar el valor de un buen enigma (una carta anónima intimida al que la recibe al adivinar un número que tiene en mente). En contra: los consabidos traumas en la vida del protagonista, propios de serie B. A destacar, un buen motivo de reflexión: el investigador, David Gurney, sabe que vive más tiempo dentro de su cabeza -entregado al análisis de los crímenes, a encontrar su lógica por ilógica que parezca- que dedicado al mundo exterior que le reclama constantemente.

Una vida en conflicto entre el interior y el exterior. ¿No eso lo que ocurre con cualquier escritor? ¿Acaso no es lo que hace que los narradores se sientan tan fascinados por los detectives? ¿Lo que explica que la novela de intriga, en sus multiples variantes, tenga tan buena salud? Bertolucci dijo en una ocasión que cualquier película debía rodarse como un thriller. Umberto Eco necesita dormirse leyendo esta clase de género narrativo, que contiene misterios que a la vez entrenan y relajan  frente a misterios mayores.


Verdon ya ha publicado una segunda parte de su novela. Sopeso lo que he escrito a favor y en contra de la primera. No me fio de que nadie siga pensando con el mismo poder de penetración y sugerencia después de un gran éxito. Esperaré a la edición de bolsillo.