martes, 26 de junio de 2012

Lo que quisimos ser cuando tuvimos dinero


La existencia del libro me llego a través de una reseña de Félix de Azúa, uno de los mejores filtros para desechar lecturas tontas del que dispone este país. Su autor, Michael Lewis, es un broker convertido en periodista de economía que, haciendo valer un talento inusual, se ha convertido en algo más. Su título, 'Boomerang, viajes al nuevo tercer mundo europeo', resulta ya muy explícito de su contenido: un recorrido por la Europa en quiebra.




En ese repaso añade, como capítulo final, un paseo por California, transformada de tierra de sueños a tierra de las pesadillas, con lo que demuestra que el autor no mira a Europa por encima del hombro. Más bien, contempla las consecuencias de las miserias que germinaron cuando él las vivió y denunció en Wall Street. Ah, también visita Alemania, ganadora de la crisis, a la que retrata como una nación pura que se excita contemplando la suciedad de los demás. Tanto, añadiría yo, que confunde a los demás con la propia suciedad y a Alemania con la propia pureza.

Las consecuencias ya las sabemos en la Historia del siglo pasado y resuenan ahora en nuestros bolsillos vacíos: germina un Reich en el que los países inferiores deben regresar a la época del desarrollismo, surtir de mano de obra barata al norte (aunque en este caso tal vez no haga falta ni emigrar) y convertirse en turcos y africanos convenientemente blancos y católicos.

Con un tacto que le honra, Lewis no recala en España. No es que en el momento en el que realizaba su viaje nuestro país no fuera de interés, sino que prefiere que su juicio no influya en el curso de los delicados acontecimientos que habrían de venir (no es un tertuliano mañanero, su opinión en verdad influye). Pero son inevitables los reflejos.

La soberbia islandesa, por la cual los pescadores quisieron convertirse en banqueros sin tener la menor idea de finanzas. Los griegos, de pobres a ricos de la noche falseando las cuentas. Y los irlandeses que quisieron borrar con excesos cualquier rastro de su secular pasado de pobreza. Todos tienen en común que se estafaron a sí mismos. La UE rica y la desregulación financiera de EEUU pusieron un montón de dinero en la mesa y, como señala Lewis, se apagó la luz y cada uno hizo lo que quiso.

¿Qué quisimos hacer nosotros? ¿Qué deseamos aparentar? ¿De qué queríamos huir? No son preguntas trampa: el boomerang ya nos ha dado en la cabeza. No fingamos despertar con amnesia.