Como actor, Dustin Hoffman es o, mejor dicho, era un extraño
caso. Podía ser sublime y también exasperante. Cierto que lo mismo pasa con
otros muchos actores. Lo raro de Hoffman es que aciertos y defectos ocurrían en
una misma película, como si en algunas escenas hubiera dado con la esencia del
personaje para olvidarla en la siguiente y volver a un punto álgido sólo
momentos después. Tal vez la única vez que le vi en una continuidad notable fue
en Lenny, del injustamente olvidado Bob Fosse.
Anonadado, descubrí a un actor que
no quería robar planos, contenido, profundo y amable. La pareja protagonista,
la correcta dirección, la buena escritura de los diálogos y la cuidada
producción marcaban la diferencia con lo que hubiera servido como detritus de
telefilme de mediodía: la nobleza de un trabajo honesto. Ambos intérpretes
llegaron a momentos de desarmante humanidad y lograron trasmitir, sin excesos y
sin defectos, algo bien difícil: la imperiosa necesidad de amar y ser amado en
el tramo final de la vida, sin ceder a dar esta por conclusa desprovistos de
afectos profundos.
Extraño caso. En El Cuarteto ha vuelto ha trasmitir ese mensaje pero como
director, demostrando que la autoría y la interpretación de un tema pueden abarcar
diferentes disciplinas en el cine.
El pase de la película al que asistí con mi
mujer fue único. Un sábado por la noche, en los cines de una gran superficie
comercial, sólo estuvimos ella y yo en la sala. Así pues, mi entusiasmo por
esta película debe tamizarse. No sé lo que me hubiera parecido en otras
condiciones. No era raro que estuviera vacía la sala. Al fin y al cabo se trata
de un argumento de viejos y, además, cantantes de ópera, sin mucha promoción y
sin las famosas candidaturas a los Óscar. Nosotros tuvimos muy buena suerte. Lo
siento por Hoffman.
Las similitudes entre Last change Harvey y El Cuarteto se mantienen también en
la forma. No hay apenas nada en el argumento que impida su sencillez. Renuncian
a la basura sentimentaloide para cuidar el sentimiento. Como ocurría con la
anterior, todo progresa firme hacia un final. Los diez últimos minutos de ambas
son una joya del cine en estos años. Sólo por ver la conmovedora mirada de la
gran Maggie Smith que cierra El Cuarteto, sólo por oír la frase final de
Hoffman en Last change Harvey vale la pena tenerlas en la viodeoteca. Qué
extraños y deliciosos regalos estos de Hoffman.